
Sociedades y transformaciones
Marco general: Sociedad de información y Sociedad del conocimiento-Impacto de la tecnología en la construcción del sujeto y la modificación de la sociedad.
Cuando hablamos de los cambios en las sociedades, independientemente del término que utilicemos, hacemos referencia a un fenómeno actual: la realidad indica que estas transformaciones se dan de diferente modo e intensidad de acuerdo a los territorios, países, clases sociales, pero unas repercuten en las otras en mayor o menor medida. * Una de estas transformaciones es la que se da con la aparición de las nuevas tecnologías dentro de todos los ámbitos sociales, incluso en la escuela.
Con respecto de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, se reconocen dos términos que se mantienen en el escenario: sociedad de la información y sociedad del conocimiento, con sus respectivas variantes.
El término “sociedad del conocimiento” (knowledge society) surgió hacia finales de los años 90 y es empleado particularmente en medios académicos, como alternativa de algunos a “sociedad de la información”. La expresión “sociedad de la información” se ha consagrado como el término hegemónico, por su uso en las políticas oficiales de los países más desarrollados, además de la coronación que significó honrarlo con una Cumbre Mundial.
Ya en 1973, se introduce este término, con el sociólogo estadounidense Daniel Bell, quien en su libro El advenimiento de la sociedad post-industrial, formula que el eje principal de ésta será el conocimiento teórico y advierte que los servicios basados en el conocimiento habrán de convertirse en la estructura central de la nueva economía y de una sociedad apuntalada en la información, donde las ideologías resultarán sobrando. Esta expresión reaparece en los años 90, y a partir de 1995, fue incluida en la agenda de las reuniones de jefes de Estado o gobierno de las naciones más poderosas del planeta.
En este contexto, y siguiendo a Burch (2005), el concepto de “sociedad de la información”, como construcción política e ideológica, se ha desarrollado de la mano de la globalización neoliberal, cuya principal meta ha sido acelerar la instauración de un mercado mundial abierto y “autorregulado”.
El rol clave que las tecnologías de la comunicación han desempeñado en la aceleración de la globalización económica, su imagen pública se encuentra en general asociada a los aspectos más “amigables” de la globalización, como Internet, telefonía celular e internacional, TV por satélite, etc. Para muchos, representan una oportunidad extraordinaria para las economías emergentes y en desarrollo. Para que esta posibilidad de progreso sea aprovechada el sector privado debe cumplir un papel central en la conducción del proceso, y puede contribuir significativamente a los esfuerzos internacionales para romper la brecha digital. Para ello, los gobiernos tienen que crear una política y un marco regulatorio predecible, transparente y no discriminatorio, necesario para la sociedad de la información.
Si consideramos que el mundo moderno está experimentando una transformación, un proceso dinámico, un cambio fundamental en todos los aspectos de nuestras vidas, incluyendo la difusión de los conocimientos, el comportamiento social, las prácticas económicas y empresariales, el compromiso político, los medios de comunicación, la educación y la salud, el ocio y el entretenimiento. Nos encontramos sin duda en medio de una gran revolución, tal vez la mayor que la humanidad haya experimentado.
Educación y escuela. Debates actuales
Conceptualización más elaborada de escuela: sujetos, conocimientos, escuela y propósitos específicos, la realidad cambiante y la necesidad imperiosa de transformación de las instituciones sociales. Los autores serían Palamidessi, Gros, Adell.
Si queremos aproximarnos y comprender los usos que viene adoptando la Educación en sí, tenemos que inmiscuirnos en la terminología que la conforman: “educación” y “sociedad de la información”.
Tradicionalmente, el término educación evoca sistema escolar, educación formal e infancia. El énfasis se ha puesto sobre la enseñanza antes que sobre el aprendizaje. Se ha dado escasa importancia a este último, prevaleciendo los indicadores cuantitativos de acceso y culminación de grados y ciclos. Aprender se confunde con asimilar y repetir información. Se le da más importancia a la infraestructura y al equipamiento que a las condiciones de enseñanza y aprendizaje, o sea que no se tiene en cuenta la demanda, y se crea una oferta que no satisface a las necesidades reales, se priorizan los resultados sin darle importancia a los procesos. La mentalidad escolar ha contribuido a restringir la visión y el campo de lo educativo, separándolo de lo económico, lo social y lo cultural en sentido amplio.
La escuela actual en Argentina puede ser caracterizada, siguiendo a Palamidessi (2006), desde su tarea de imposición de un núcleo de conductas vinculadas con el cultivo de la "urbanidad", a partir de cierto tipo y calidad de producción cultural y pedagógica racional, sistemática y especializada. Con el peso y la densidad de esa historia encarnada, no resulta sorprendente que desde inicios de este siglo se la considere como ambiente pobre en el plano simbólico. En este sentido, y recuperando la conferencia de Adell (2010), se destacan dos elementos: el primero, la negación de que cada escuela es una isla; la segunda, el reconocimiento de una malla que enmarca y condiciona su cotidiano: su cultura. La cultura de las escuelas es la cultura del docente, y en ella puede observarse una significativa pobreza de espíritu que también remite a su historia; argumenta, por ello, que para sobrevivir las escuelas se encerraron en ellas mismas, instituyendo una imagen del trabajo docente como bancarizado. Por su parte, Gros (2004), citando a Simone (2001), sostiene que la escuela actúa en un sentido inverso al desarrollo actual de la sociedad, ya que consiste en el lugar en el que los conocimientos son transmitidos y clasificados, con lo que se tornan sedentarios y se vuelven estáticos.
Las tres miradas expertas, desde perspectivas diversas, describen los puntos más complejos de la escuela como institución. Universo con legalidad propia, isla, actuante en sentido inverso al desarrollo, portadora de conocimientos sesgados y estáticos, esta caracterización permite repensar, justamente, las dificultades reales en torno de su articulación con los nuevos mandatos portados por los lineamientos tecnológicos actuales, que reclaman fuertemente su apertura a las influencias educativas de la sociedad y a la riqueza de estímulos de los flujos y espacios de interacción electrónicos.
Al decir de Adell (op. cit.), las escuelas tienen que mejorar, cambiar, innovar, adaptarse a lo que está sucediendo fuera, y no oponerse a los cambios, prohibiéndolos o apartándose. Se trata, por ello y siguiendo a Gros (op. cit.), de que las reformas sucedidas en las últimas décadas introdujeron soluciones simples a problemas complejos, aumentando horas a contenidos sin llegar a cuestionarse los sentidos que disparan; de allí que citando a Morin (1999), mencione que lo central reside en crear una cultura que permita entender nuestra condición y ayudarnos a vivir.
Vistas desde la historia de la educación, las “modernas” TIC constituyen en verdad la última oleada de un continuo. La tecnología educativa o instruccional viene adquiriendo un alto perfil en el campo educativo desde hace varias décadas: en los años 60 y 70 fueron la radio y la televisión; en los años 80 y 90 los textos escolares, el video y la computadora como auxiliar en la instrucción; desde mediados de 1990 domina el escenario la computadora y los soportes como los diskettes, luego pendrives, cd.rooms o compactos, dvds, memorias portátiles, y otros, en años más recientes, la Red Internet, desplazando a las “tecnologías convencionales”.
De lo expresado, se desprende la centralidad de incorporar la tecnología en la escuela, para asegurar su inclusión, fundamentalmente como espacio de otorgamiento de igualdad de oportunidades a su acceso. Al respecto, Echeverría (2000) define el tercer entorno, tecnológico, como un nuevo espacio social que no sólo significa acceso a información y comunicación, sino además interacción, memorización, entretenimiento y expresión de emociones y sentimientos, que gradualmente supondrá un mayor grado de competencia para la actuación eficaz. Este posibilita nuevos procesos de aprendizaje y transmisión de conocimientos a través de las redes telemáticas, que requiere de las destrezas y habilidades susceptibles de adquisición a través del sistema educativo.
Aprendizaje colaborativo y tecnologías inteligentes
Aquí ambas conceptualizaciones, retomando a Gros y Area Moreira, así como Salomon, Perkins y Globerson.
Se han esbozado, tal como refiere Gros (op. cit.), nuevos debates en torno de las formas más apropiadas de enseñanza y sobre cómo los medios son un soporte para el aprendizaje, ya que contribuyeron al desarrollo de nuevas metodologías de trabajo y a la recuperación de propuestas innovadoras, como las de Dewey y Freinet. En este marco, el constructivismo social sostiene que el aprendizaje escolar debe ser un proceso constructivo que el alumno elabora a través de actividades, en las que va aprendiendo a resolver situaciones problemáticas en colaboración con otros. Siguiendo a Area Moreira (2009), se encuentra apoyada en los aportes de Piaget, Vigotsky, Brunner, y otros autores contemporáneos, y su síntesis puede expresarse en: aprender a través de la actividad, descubrir y elaborar el conocimiento, resolver situaciones problemáticas y trabajar colaborativamente. Como alternativa válida frente al aprendizaje, entendido como actividad individual, el verdadero desafío reside en colocar el énfasis en el potencial de la utilización de la tecnología para generarlos.
Desde esta perspectiva, un papel central se adscribe a la innovación y modificación de la metodología de enseñanza; al decir de Area Moreira (2005), dotando de un nuevo sentido y significado pedagógico a la educación, y privilegiando la capacidad de comunicación en los códigos y formas expresivas de la cultura digital, así como alfabetizar en el uso inteligente de la información, teniendo en cuenta sus múltiples contextos de uso.
El trabajo por proyectos colaborativos es una práctica que favorece no sólo la gestión dinámica del conocimiento sino que también enfatiza la reflexión-acción, aprendiendo de y con los demás. Propicia una mayor participación, al crear condiciones más favorables para que se construya una respuesta más amplia y profunda por parte de los alumnos. La cooperación y el aprendizaje entre iguales, el no discriminar al otro, trabajando en equipo y generando culturas cooperativas favorecen el aprendizaje entre pares, enriquecido por un clima de confianza y participación que genera el desarrollo grupal e individual.
Si bien las TIC no son imprescindibles para la colaboración, la realidad es que lo permiten y facilitan amplia y sustancialmente. Pueden utilizarse las computadoras como soporte de un trabajo o de un aprendizaje colaborativo presencial, pero cuando existe una distancia física, la conexión telemática se convierte en prácticamente imprescindible para poder llevar a cabo una cooperación intensa, fácil y eficaz.
La colaboración puede ser más o menos sistemática, y apoyada en recursos generales (el correo electrónico, el procesador de textos, entre otros) o en recursos informáticos específicamente diseñados para la cooperación. En el trabajo cooperativo se puede aprender y en el aprendizaje colaborativo se pueden realizar determinadas producciones, pero la diferencia está en el objetivo principal que se persigue en cada caso, dado que éste último es definido como un conjunto de grupos trabajando juntos para lograr un propósito común.
Lógicamente, el aprendizaje colaborativo está en principio pensado para entornos educativos y tiene como usuario al alumnado, con la mediación del profesorado. En el caso del trabajo cooperativo, se da en el mundo empresarial, investigador, entre otros, y también en la enseñanza, aunque en este caso quienes lo usan suelen ser profesores, de cara a compartir recursos, generar materiales y coordinar experiencias.
La importante decisión de la integración pedagógica de las tecnologías de la información y comunicación en las prácticas de enseñanza y aprendizaje de centros de educación, es una acción válida que arroja resultados muy positivos.
Desde ya, la planificación con una previa investigación con metodología adecuada, sumadas a la dotación de tecnologías digitales apropiadas a cada comunidad, con una capacitación a profesores, al equipo directivo, coordinadores TICS y a los alumnos, redunda en un éxito. Sin embargo, no podemos perder de vista el análisis de los datos obtenidos para identificar los efectos más destacables. Las nuevas tecnologías generan innovaciones que se producen en el ámbito de la organización escolar de cada establecimiento, en el ámbito de la enseñanza en el aula, en el ámbito del aprendizaje del alumnado y en el ámbito profesional docente.
En general, las conclusiones indican que las TIC incorporan algunos cambios organizativos tanto a nivel de escuela como de aula, pero no necesariamente innovación pedagógica en las prácticas docentes. El profesor coordinador TIC es un elemento catalizador relevante en el proceso de uso pedagógico de las tecnologías digitales en cada institución educativa.
Reflexiones finales
Colocaríamos sintéticamente los argumentos positivos para las TIC en la educación, retomando lo abordado en cada subtítulo.
A tono con la vorágine de las transformaciones en los entornos mediados por las TIC, se ha instituido la construcción de posicionamientos pedagógicos y didácticos que habiliten revisiones y nuevos cuestionamientos, avanzando en las contribuciones a partir de la revisión del enfoque tradicional de la enseñanza y del aprendizaje centrado en el docente.
La escuela actual debe cualificar a sus alumnos y alumnas, tal como refiere Area Moreira (2005), como usuarios cultos y críticos del conocimiento y de las formas expresivas que se reproducen tanto en medios impresos como audiovisuales e informáticos. Conocer las nuevas exigencias de la sociedad: analizarlas, discutirlas y preparar a los alumnos para el mundo que tendrán que enfrentar al terminar su etapa educativa. En este marco, cobran especial relevancia aspectos actitudinales como la ética, la igualdad, el respeto a la democracia y a la participación, y la valorización del diálogo como medio de relación con otros.
Bibliografía consultada:
Area Moreira, M. (2009). Introducción a la Tecnología Educativa. Manual Electrónico. Universidad de la Laguna. España.
Area Moreira, M. (2005). Hablemos más de métodos de enseñanza y menos de máquinas digitales: los proyectos de trabajo a través de la WWW. Monográfico “La investigación escolar salta a la Red”. Revista Cooperación Educativa, nº 79. MCEP.
Burch, S. (2005). Sociedad de la información / Sociedad del conocimiento. En Ambrosi, A. Peugeot, V. y Pimienta, D. (coord.). Palabras en Juego: Enfoques Multiculturales sobre las Sociedades de la Información. C & F Éditions. (s/d).
Echeverria, J. (2000). Educación y tecnologías telemáticas. Monográfico. Tic en la educación. Revista Iberoamericana, Nº 24, septiembre-diciembre. OEI.
Gros, B (2004). De cómo la tecnología no logra integrarse en la escuela a menos que ... cambie la escuela. Jornada 2004. Spiral.
Lewis, D. (2004). Modelo para armar. Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información. Revista Signo y Pensamiento, nº 44. Universidad Javeriana, Bogotá.
Levis, D. (2004) Cumbre mundial sobre la Sociedad de la Información, modelo para armar
Palamidessi M. (comp.) (2006). Cap. 1: La escuela y las tecnologías en el torbellino del nuevo siglo. En La Escuela en la Sociedad en Redes: una introducción a las tecnologías de la información y la comunicación en la educación. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
Video:
Adell, Jordi (2010). El diseño de actividades didácticas con TICS. EDI2010 Bilbao. Centro de Educación y Nuevas Tecnologías. Universitat Jaume I.
Otras fuentes:
http://coleccion.educ.ar/coleccion/CD4/contenidos/capacitacion/modulo-4/cd_apuntes2.html
http://jei.pangea.org/edu/f/tic-uso-edu.htm#_Toc50017382
http://vecam.org/article518.html
http://vecam.org/article643.html